“La verdadera tumba de los muertos está en el corazón de los vivos. “ Jean Cocteau
Llegué al Líbano, a presentar la película “Dos Fridas” en junio del presente año, en el festival de Trípoli. Hacía 10 años no regresaba a ese país del cuál guardo la memoria de una persona excepcional, amiga, hermana, reportera de guerra, cineasta, artista, Jocelyne Saab.
Camino por Beirut, por la gran avenida frente al mar y es muy triste sentir el vacío, un vacío que nunca podrá llenarse y que revive a cada paso, en cada cosa que miro, porque ella, Jocelyne, me mostró esta ciudad y es a través de sus ojos que la conocí.
Con Jocelyne Saab nos encontramos la primera vez en Francia, en Biarritz, el 2008, cuando fuimos invitadas por Pierre-Henri Deleau al país Vasco, como jurados en aquel palacio construido por Napoleón III, frente al Atlántico. Las olas enormes golpeaban los muros, por momentos parecía que navegábamos en un barco en altamar. Desde que nos vimos con Jocelyne surgió una conexión profunda y nació una entrañable amistad.
Meses después, me invitaron a presentar la película “El camino” en el Festival Internacional de Cine de Damasco. Me quedé entonces en la casa-galería de mi tía, la gran pintora Nawal Al Sadoon.
Camino por Beirut, por la gran avenida frente al mar y es muy triste sentir el vacío, un vacío que nunca podrá llenarse y que revive a cada paso, en cada cosa que miro, porque ella, Jocelyne, me mostró esta ciudad y es a través de sus ojos que la conocí.
Con Jocelyne Saab nos encontramos la primera vez en Francia, en Biarritz, el 2008, cuando fuimos invitadas por Pierre-Henri Deleau al país Vasco, como jurados en aquel palacio construido por Napoleón III, frente al Atlántico. Las olas enormes golpeaban los muros, por momentos parecía que navegábamos en un barco en altamar. Desde que nos vimos con Jocelyne surgió una conexión profunda y nació una entrañable amistad.
Meses después, me invitaron a presentar la película “El camino” en el Festival Internacional de Cine de Damasco. Me quedé entonces en la casa-galería de mi tía, la gran pintora Nawal Al Sadoon.
Joselyne estaba filmando en el Líbano y vino a Damasco con el fotógrafo francés Jacques Bouquin para proponerme actuar en una película suya, inspirada en su propia vida, llamada "Le rouge et le blanc".
Jocelyne Saab nació en 1949, una fecha muy importante en la historia áraba contemporánea, el año de "Nakba", "La Catástrofe", que llevó a 300.000 palestinos a dejar sus tierras y refugiarse en Jordania, Siria y Líbano en el momento de creación del "Estado de Israel".
Joselyne fue autora de impresionantes películas, pionera del nuevo cine libanés, consecuente con sus ideales,defendió la causa palestina. Realizó documentales sobre la guerra de Egipto, Kurdistán, irak, Irán, Siria, Golán y Líbano.
Su primera película de ficción "Una vida suspendida", se estrenó en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, (1984). En el 2006, estrenó la película "Dunia" en el Festival Internacional de Cine de Sundance.
De Damasco a Beirut
Unos meses después de nuestro encuentro, me encontraba en el antiguo Damasco, cuando llegó un taxi que me recogió en casa de mi tía Nawal y partí hacia Beirut.
Tuve la alegría de participar en una película fantástica llamada "What´s going on?", dirigida por Joselyne. Interpretaba a una viuda en el "bosque sagrado de los cedros milenarios" donde nació Khalil Gibrán, y cantaba una canción en náhuatl que aprendí de una obra de Frida Kahlo, un lugar mágico, con nieve en la cima de las montañas, y al fondo, el mar.
Jocelyne Saab nació en 1949, una fecha muy importante en la historia áraba contemporánea, el año de "Nakba", "La Catástrofe", que llevó a 300.000 palestinos a dejar sus tierras y refugiarse en Jordania, Siria y Líbano en el momento de creación del "Estado de Israel".
Joselyne fue autora de impresionantes películas, pionera del nuevo cine libanés, consecuente con sus ideales,defendió la causa palestina. Realizó documentales sobre la guerra de Egipto, Kurdistán, irak, Irán, Siria, Golán y Líbano.
Su primera película de ficción "Una vida suspendida", se estrenó en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, (1984). En el 2006, estrenó la película "Dunia" en el Festival Internacional de Cine de Sundance.
De Damasco a Beirut
Unos meses después de nuestro encuentro, me encontraba en el antiguo Damasco, cuando llegó un taxi que me recogió en casa de mi tía Nawal y partí hacia Beirut.
Tuve la alegría de participar en una película fantástica llamada "What´s going on?", dirigida por Joselyne. Interpretaba a una viuda en el "bosque sagrado de los cedros milenarios" donde nació Khalil Gibrán, y cantaba una canción en náhuatl que aprendí de una obra de Frida Kahlo, un lugar mágico, con nieve en la cima de las montañas, y al fondo, el mar.

Cuando terminó el rodaje filmamos algunas secuencias de la nueva película “Le rouge y le blanc” en las ruinas de una iglesia cristiana. Interpretaba a una mujer vestida de rojo, abandonada en el altar, afuera se escuchaban los bombardeos, y la mujer enloqueciendo, dejándose caer en un camino de pétalos rojos.
También filmamos en un Hamam antiguo en Trípoli, donde la mujer caminaba descalza, con rabia y dolor, bajo los rayos de la luz que entraba a través de vitrales de colores azules y amarillos. El agua purificadora de las fuentes aplacaba el fuego del cuerpo.
Y otra secuencia donde la mujer se desempeñaba como directora de un film con grandes actores Libaneses: Raia Haidar y Nasri Sayegh. La película era sobre la propia vida de Jocelyne Saab y para mí era una responsabilidad y un honor muy grande poder interpretarla.
Y otra secuencia donde la mujer se desempeñaba como directora de un film con grandes actores Libaneses: Raia Haidar y Nasri Sayegh. La película era sobre la propia vida de Jocelyne Saab y para mí era una responsabilidad y un honor muy grande poder interpretarla.
Y una noche, después de ir juntas a una elegante cena, con posibles patrocinadores para la película, donde había un sarcófago original a la entrada de la casa y una esfinge en el jardín, fuimos a un estacionamiento. El cuidador nos miraba con curiosidad pues andábamos a pie. El espacio era grande, así lo recuerdo.
Entraste Jocelyne a ese lugar, caminaste hasta detenerte de pronto y con lágrimas me dijiste:
-Aquí estaba mi cuarto. Aquí mi cama y una ventana que daba al jardín.
Seguías caminando, reconociendo el espacio, yo te seguía. Y continuaste diciendo:
-Aquí era la sala de la casa. Era muy elegante, había tapices antiguos y unas ventanas en lo alto. Teníamos un tocadiscos y escuchábamos música con mi padre, un aventurero.
-¿Dónde vive tu padre? Le pregunté con firmeza.
Y ella dijo:
-Aquí había tesoros de sus viajes a Camboya... También un sarcófago...¡con una momia adentro!
-Y ¿qué fue lo que pasó?, le pregunté con firmeza.
-Mi padre murió.
Respondió seria.
-Yo era su preferida… A mi madre nunca la veo… Me la imagino allí, sentada, con su bastón, muy seria.
Jocelyne siguió caminando por el parqueo. El cuidador nos miraba de lejos.
Y ella continuó:
-¡Aquí estaba la cocina! Me gustaba comer aquí. A principios de los años 80, durante la guerra, mi casa fue bombardeada por la armada israelí. La vi ser devorada por el fuego.
Entraste Jocelyne a ese lugar, caminaste hasta detenerte de pronto y con lágrimas me dijiste:
-Aquí estaba mi cuarto. Aquí mi cama y una ventana que daba al jardín.
Seguías caminando, reconociendo el espacio, yo te seguía. Y continuaste diciendo:
-Aquí era la sala de la casa. Era muy elegante, había tapices antiguos y unas ventanas en lo alto. Teníamos un tocadiscos y escuchábamos música con mi padre, un aventurero.
-¿Dónde vive tu padre? Le pregunté con firmeza.
Y ella dijo:
-Aquí había tesoros de sus viajes a Camboya... También un sarcófago...¡con una momia adentro!
-Y ¿qué fue lo que pasó?, le pregunté con firmeza.
-Mi padre murió.
Respondió seria.
-Yo era su preferida… A mi madre nunca la veo… Me la imagino allí, sentada, con su bastón, muy seria.
Jocelyne siguió caminando por el parqueo. El cuidador nos miraba de lejos.
Y ella continuó:
-¡Aquí estaba la cocina! Me gustaba comer aquí. A principios de los años 80, durante la guerra, mi casa fue bombardeada por la armada israelí. La vi ser devorada por el fuego.
Pensé entonces en la impresionante película “Beyrouth, ma ville” de Jocelyne Saab, donde ella camina entre las ruinas de la casa, una imagen fantasmagórica, una película memorable de la historia y del cine.
Nos abrazamos y Jocelyne me dijo emocionada que teníamos que filmar esa escena; que mi personaje regresaba al parqueo y revivía el pasado en su casa desaparecida y evocaba su vida “suspendida”.
Iniciamos con Jocelyne una colaboración en el guion, y le conté mis propios secretos, sentimientos íntimos que entraron en su historia y fueron material vital para la creación del personaje. Era maravilloso conversar con ella, como iba encontrando los sentimientos, la mirada, la estética, siempre con sencillez y honestidad.
Y durante la búsqueda de financiamiento, fuimos a dar con un empresario de vinos libaneses. Era un señor de unos 78 años, con un inmenso viñedo. Le contamos de la película, el hombre era además catador de vinos, y nos llevó por un largo tour.
Caminamos entre pasillos por decenas de bóvedas cubiertas de barriles y botellas de todas las edades, hasta llegar a la cava más antigua. Él catador se detuvo frente a unas botellas con telarañas y abrió especialmente dos: una de vino blanco de cuarenta años y otra de tinto, también de 40 años. El sabor era muy especial, aún había dulzura, arisco y penetrante, hasta el día de hoy lo recuerdo. El empresario catador nos hablaba del vino como si se tratara de una hermosa, profunda e interesante mujer.
Nos hizo una seductora demostración, lanzando el vino en un fino chorro a través de sus dientes separados y nos habló del sentido de la vida o más bien de su propia vida. Al final, aparte de los placeres de Baco, no nos dio ni un centavo para la película. Creo tenía demasiada compostura, una elegancia que encubre el miedo, y bien sabemos que las brujas han sido creadas por hombres temerosos.
Después Jocelyne intentó buscar el financiamiento para terminar la película, pero lamentablemente no pudo lograrlo. Ella misma dijo en una entrevista que le habían cerrado las puertas.Es una injusticia que una realizadora tan extraordinaria no haya sido apoyada como merecía.
Años después nos encontramos en su apartamento de Saint-Germain-des-Pré y conversamos de nuestras experiencias, nuestras luchas, sueños y los amores. Me mostró su último trabajo fotográfico, con imágenes impresas en lonas de plástico de los refugiados sirios en el Líbano.
Recuerdo también esa cena en su casa, con sus grandes amigos, discutiendo sobre la diferencia en francés del significado de la palabra “fantasme” y “fantome”. En español tenemos solo una palabra. Jocelyne estaba emocionada trabajando en un documental que quería realizar en Japón.
El ultimo día que nos vimos, justo en un restaurante japonés, estábamos las dos vestidas de blanco, y hablamos de la posibilidad de terminar “Le rouge et le blanc”. Esa vez sentí que no, ya no creías que sería posible. Me dijiste: “Algún día ese material que filmamos, tendrá sentido”.
Este párrafo lo elimino en su totalidad: Sé que nunca te rendiste Jocelyne, hasta el final, siempre luchando, resistiendo. Tus películas, que son más que películas, perduran, como un documento que aun sangra y palpita en la memoria de los tiempos.
Camino por las calles de Beirut y hay un vacío. Quisiera regresar el tiempo atrás. Veo los nuevos edificios y otros que están en construcción. Recuerdo la película “El sabor del cemento” y ese vacío continúa, como si el tiempo no siguiera, como si alguna ola hubiera borrado los trazos. El mar se ve apagado. Una palomita se posa a mi lado e imagino que eres tú.
Busco la ruleta rusa que siempre veíamos y las calles de un bar llamado “El Bardot”. No encuentro nada. Es imposible llegar a los mismos lugares. Entonces te busco adentro y, estás viva.
Ishtar Yasin
Líbano, 2019
Nos abrazamos y Jocelyne me dijo emocionada que teníamos que filmar esa escena; que mi personaje regresaba al parqueo y revivía el pasado en su casa desaparecida y evocaba su vida “suspendida”.
Iniciamos con Jocelyne una colaboración en el guion, y le conté mis propios secretos, sentimientos íntimos que entraron en su historia y fueron material vital para la creación del personaje. Era maravilloso conversar con ella, como iba encontrando los sentimientos, la mirada, la estética, siempre con sencillez y honestidad.
Y durante la búsqueda de financiamiento, fuimos a dar con un empresario de vinos libaneses. Era un señor de unos 78 años, con un inmenso viñedo. Le contamos de la película, el hombre era además catador de vinos, y nos llevó por un largo tour.
Caminamos entre pasillos por decenas de bóvedas cubiertas de barriles y botellas de todas las edades, hasta llegar a la cava más antigua. Él catador se detuvo frente a unas botellas con telarañas y abrió especialmente dos: una de vino blanco de cuarenta años y otra de tinto, también de 40 años. El sabor era muy especial, aún había dulzura, arisco y penetrante, hasta el día de hoy lo recuerdo. El empresario catador nos hablaba del vino como si se tratara de una hermosa, profunda e interesante mujer.
Nos hizo una seductora demostración, lanzando el vino en un fino chorro a través de sus dientes separados y nos habló del sentido de la vida o más bien de su propia vida. Al final, aparte de los placeres de Baco, no nos dio ni un centavo para la película. Creo tenía demasiada compostura, una elegancia que encubre el miedo, y bien sabemos que las brujas han sido creadas por hombres temerosos.
Después Jocelyne intentó buscar el financiamiento para terminar la película, pero lamentablemente no pudo lograrlo. Ella misma dijo en una entrevista que le habían cerrado las puertas.Es una injusticia que una realizadora tan extraordinaria no haya sido apoyada como merecía.
Años después nos encontramos en su apartamento de Saint-Germain-des-Pré y conversamos de nuestras experiencias, nuestras luchas, sueños y los amores. Me mostró su último trabajo fotográfico, con imágenes impresas en lonas de plástico de los refugiados sirios en el Líbano.
Recuerdo también esa cena en su casa, con sus grandes amigos, discutiendo sobre la diferencia en francés del significado de la palabra “fantasme” y “fantome”. En español tenemos solo una palabra. Jocelyne estaba emocionada trabajando en un documental que quería realizar en Japón.
El ultimo día que nos vimos, justo en un restaurante japonés, estábamos las dos vestidas de blanco, y hablamos de la posibilidad de terminar “Le rouge et le blanc”. Esa vez sentí que no, ya no creías que sería posible. Me dijiste: “Algún día ese material que filmamos, tendrá sentido”.
Este párrafo lo elimino en su totalidad: Sé que nunca te rendiste Jocelyne, hasta el final, siempre luchando, resistiendo. Tus películas, que son más que películas, perduran, como un documento que aun sangra y palpita en la memoria de los tiempos.
Camino por las calles de Beirut y hay un vacío. Quisiera regresar el tiempo atrás. Veo los nuevos edificios y otros que están en construcción. Recuerdo la película “El sabor del cemento” y ese vacío continúa, como si el tiempo no siguiera, como si alguna ola hubiera borrado los trazos. El mar se ve apagado. Una palomita se posa a mi lado e imagino que eres tú.
Busco la ruleta rusa que siempre veíamos y las calles de un bar llamado “El Bardot”. No encuentro nada. Es imposible llegar a los mismos lugares. Entonces te busco adentro y, estás viva.
Ishtar Yasin
Líbano, 2019